Érase una vez un rebaño que tenía unos pastores muy cabrones – cabrones porque bueno, al final querían a las ovejas por la leche y la carne que les daban. Total, que un día llegan unos lobos y para alborotar a las ovejas se ponen a repartir publicidad sobre unos pastos muy verdes al otro lado de la colina, a ver si unas cuantas se escapan con ellos y se las comen por grupitos.
En esto que dentro del rebaño vivía una zorra que se da cuenta de la jugada: ¡hostia con los lobos, la trampa que están tendiendo! Pero cuando va a avisar a sus conciudadanas las ovejas, éstas le preguntan: «Ya, ya, pero defínete, ¿tú estás a favor de cambiar de pasto o de quedarnos en éste?»
Como si los zorros comieran hierba.