Cuerpos como billetes

Las feministas que se manifiestan desnudas actúan como millonarios que marcharan billetes en mano. Ambos juegan a lo mismo: «Mirad lo que tenemos; sabemos que lo deseáis, pero no os lo vamos a dar porque lo que nos ofrecéis a cambio no nos vale».

Y como no les vale, los unos malgastan su dinero en lujos estúpidos en vez de invertirlo en algo constructivo, y las otras juegan con sus​ cuerpos​, los afean, los pintarrajean con lemas ofensivos, no se depilan. 

Con eso, tratan de demostrar que son ellas quienes controlan el poder que les otorga su cuerpo. Que pueden activarlo o desactivarlo a placer. Pero eso no es desexualizarlo, sino usarlo como reclamo para obligar a renegociar su estatus. 

Recuerdo un documental sobre ricos en el cual un adolescente de familia pudiente vaciaba botellas de champagne en una piscina. Otro quemaba billetes de 50 euros con todo orgullo. Es evidente que con ello no estaban haciendo un alegato en contra de la opulencia, ni renunciando al poder que les otorga el dinero, por mucho que estuvieran jugando a destruirlo como si no les importara. Del mismo modo, estas falsas feministas no están protestando contra la sexualización del cuerpo femenino, sino sólo reivindicando que son ellas quienes quieren controlar y modular completamente esa sexualización, y que por supuesto van a emplear ese poder para los fines que les vengan en gana. Fines que en realidad no se van a atener a ninguna negociación justa ni definitiva, del mismo modo que un idiota que quema billetes no entiende de pactos sociales ni de su lugar en la sociedad, sino que se está burlando de ella.

Hemos pasado así de una sociedad en la cual el cuerpo de la mujer suponía una condena para ella, una fuente de obligaciones y sumisión, a una en la cual se utiliza para envilecer las relaciones imposibles entre ella y su entorno.

El reclamo sexual lo han utilizado siempre algunas mujeres para obtener tratos de favor en detrimento de otros y de otras, las mujeres que no lo hacían. No por decencia, no por obediencia al patriarcado, sino porque no se prestaron a ello. No vieron justo ni digno aprovecharse. Pero no veréis al feminismo actual defender a estas perjudicadas. 

Por otra parte, cualquier sociedad funcional trata de hacer encajar los derechos, deberes y poderes del individuo, con la viabilidad del colectivo. Eso pasa por poner ciertos límites al poder del individuo. Yo no puedo tener un AK-47 automático en mi país, es un arma demasiado poderosa. Pues esto es igual. Las sociedades tradicionales lo hacían pisoteando derechos – vedando posibilidades – de las mujeres; las actuales han cambiado esa situación buscando un acuerdo más justo. Pero nada es suficiente para el actual feminismo, falso y siempre ofendido, siempre presionando para hacer imposible el equilibrio. Que les den las gracias a los falsos izquierdistas que las apoyan y a los grupos de poder que financian la fiesta desde la sombra.

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