Si sólo fuera una palabra

El feminismo nunca fue necesario. Es un intento de guiar un camino que habríamos seguido igualmente, y que nos habría llevado más lejos, hasta caras de las Mujeres mucho más profundas que la mueca con que ahora las pintan.

Los alegatos, que ni siquiera los discursos, tendrían que haberse quedado en la literatura, que es el agua que unos pocos sacan del pozo donde todos beben.

El lenguaje inclusivo es el siguiente capítulo del mismo guión innecesario y tramposo. Era de esperar que los que han gastado las palabras sin ser sus dueños ahora quieran destrozarlas.

Dicho esto, para algunos la aventura no es intuir los lugares sino visitarlos. La culpa puede que sea del que vuelve y enseña todas las fotos que los demás no quieren ver. Pero mientras no hagan eso, mientras su feminismo esté hecho sólo de dudas, ¿qué se les puede reprochar? ¿Qué hay de malo en preguntarse, como hacía alguna feminista, por qué los servicios de Mujeres son más recogidos que los de Hombres? Lo malo estará en hacer propaganda de la pregunta, porque entonces se convierte en la respuesta.

Si la igualdad sólo fuera una palabra, algo que sólo usaran los poetas, entonces… habría llegado sola.