España ya estaba tardando en ponerse a la estela de la Universidad Politécnica de Eindhoven, en Holanda, que hace un par de meses decidió que durante un año y medio sólo contratará a profesoras, con el fin de incentivar a las alumnas a través de un mayor número de referencias femeninas. Sólo optarán por un hombre en caso de no encontrar una candidata apta. A saber dónde ponen el baremo, claro. Como si el nivel técnico fuera un pasa/no pasa y no hubiera diferencias entre los que superan un listón.
En ocasiones veo muertos cuando oigo estas cosas. Otras veces me pongo a darle vueltas. Veo mucha relación entre otras políticas y este empeño en orientar a las mujeres hacia la ciencia y la tecnología y alejarlas de las humanidades, igual que de la maternidad. Es como si ahora quisieran que en vez de ser madres de personas pasaran a ser madres de cosas. De las cosas nuevas que llegan a este mundo, las que inventamos. ¿Será que nos preparan para una transferencia de lo humano a otro soporte? ¿Para una mujer sería más fácil aceptar que un robot que parece humano lo es? En todo caso, creo que un hombre tendría más presente la posibilidad de que se convirtiera en un enemigo. Y, de cara a su aceptación social, no es lo mismo que un científico te venda que un robot es humano que si te lo vende una científica. El primero podrá ser visto como un profesor chiflado o megalómano y generar desconfianza, la segunda fácilmente como una madre ilusionada con su nueva criatura, una persona de talento y a la vez razonable y desprendida en la que todos podremos confiar cuando nos hable del nuevo hermanito con el que conviviremos.
A las mujeres se las considera más comedidas y confiables, y si alguna nos parece una cabrona que trama algo, siempre pensamos que será algo más de andar por casa, no que forme parte de una gran conspiración.
Pero, mucho más allá de eso, las mujeres son quienes deciden qué vive y qué no. Más concreto, qué es humano y qué no lo es. Deciden qué feto morirá, y cuál vivirá. En nuestra sociedad un feto es un montón de células que pasan a ser consideradas como un ser humano no en el momento de su concepción, ni tras x semanas, ni cuando desarrolla tales órganos, sino cuando lo decide su madre. Porque desde ese momento absolutamente nadie más tiene la potestad de intervenir en ningún sentido. Cualquier agresión que ponga en peligro a ese ser no nato obviamente la consideramos como una atrocidad, salvo si viene de la madre. ¿Significa eso que ahí hay una persona y que le damos a la madre la libertad de matarla? No: lo que le damos es la potestad de decidir si lo que hay es una persona o no.
Del mismo modo, las mujeres serán quienes decidan cuándo una invención tecnológica pasará de la categoría de objeto a la categoría de humano. Cuándo será lícito deshacerse de ella y cuándo habrá que defenderla con la vida.
Yo en todo esto veo un gran problema. Por una parte, ¿hace falta ser una mujer para inventar robots? Los hombres tenemos algo análogo al instinto maternal con los cacharros que inventamos. Podemos dedicarles todo nuestro tiempo, y los defendemos frente a otros queriendo que salgan adelante y tengan aceptación. Pero es verdad que nos comportamos así siendo nuestros cacharros meros objetos. ¿Qué pasa si presentan rasgos muy humanos o cuando tengan algunos tipos de autonomía tradicionalmente exclusiva de nosotros? Si empiezan a hacernos sombra o pueden ser una amenaza, ¿despertarán menos reticencias entre sus desarrolladoras si son mujeres? Yo creo que sí, siempre que no sean madres de seres humanos (de ahí el interés en que no lo sean).
Pero ¿esto es bueno? No del todo. Si esta especie evoluciona en algo vivo remotamente humano desde luego no será a manos de las élites que nos gobiernan, que son quienes dirigen la ingeniería social feminista y los interesados en tener a mujeres ocupándose de estas tecnologías. Mujeres a las que a su vez tendrán bien controladas, porque aunque algunas sean muy independientes la mayoría tiende a ser más conformista con lo establecido – y a las independientes las ambiciosas las saben controlar o aislar mejor que si lo intenta cualquier hombre.
El poder es incapaz de crear vida. Ni mil iluminados en sus clubes de símbolos Genitales. Enteraos de una vez. La vida sólo es vida si se tiene que abrir paso. No vale con una madre, porque una madre lo da todo a su hijo menos la autonomía. Ella nunca termina de soltarlo, pero él necesita oposición, abandono por momentos, soledad, presión, chocar con alguien que luche por él pero que no sea él, para aprender a luchar por sí mismo. Le hace falta un padre. Hacen falta madre y padre para alumbrar vida. De ahí el ataque al hombre y la masculinidad: su objetivo es quitarse de en medio a la otra mitad necesaria en la ecuación. Su objetivo no es crear una especie heredera de los humanos, es todo lo contrario. Es hacernos crear objetos inertes y hacernos creer que son humanos. Es acabar con nuestra especie y abortar sus posibilidades de evolucionar.
Pero la vida se abrirá paso y nuestros hijos nacerán de forma clandestina, como en Blade Runner 2049, en las trincheras de la guerra contra Skynet.