Siempre quise destacar. Inventaría algo. A esa ambición renuncié al ver necesidades en el mundo, la pobreza. A mí no me interesaba realmente pero eso era más importante: ¿Qué importancia habria podido tener cualquier invento? Había que ir primero a lo más importante. De alguna forma renuncié a mi primer empeño cuando lo vi inútil y cuando no lo vi suficiente.
Pero para resolver el mundo pensé también en ir con un invento. Una solución tajante. Luego vi que no era tan sencillo. Luego lo he visto imposible. No hay dinero, idea, fe, sistema de fuerzas que puedan hacer eso de arreglar las cosas más importantes. Van ocurriendo y las vamos haciendo y dejando ocurrir todos, no se pueden convertir en una obra con un guionista y un apuntador.
Me queda la vida sin más. Hace tiempo que lo sé. Es como haber nacido a los mandos de un coche, que asumes que todo consiste en ir a algún sitio. Hay un volante con el que eres capaz de cambiar tu rumbo original cuando descubres otro destino más importante. Desde el momento en que vas hacia él el volante ya no lo llevas tú, ha desaparecido. Hay unas ruedas que siguen traccionando tras ese volantazo, pero dejan de hacerlo cuando ves que no se puede llegar a ese destino. Y el coche se te para, en realidad siempre estuvo parado. Te queda la gasolina, tu energía, y el motor y la afición por ver sus engranajes. Por un rato sigues metido en el coche. Luego reparas en el sitio donde estás. Hay unas casas. Te preguntas, siempre lo has hecho, si estarías vivo viviendo en ellas, como lo hace la mayoría. Pero no te atreves a hacerlo tú, sabes que te ahogarías. Ahora que el coche no sirve vives en él como un mendigo. Por eso me compré una casa pequeña, porque se parece más a un coche. Me he subido las piezas. (*)
En todo esto quien ha conducido ha sido la razón. Y todo a ras de suelo. Qué fácil habría sido entregarme a mis impulsos sin más. Conducir el coche, me llevara a algún sitio o no. Pero ahí está la obsesión con analizarlo todo para arruinar mis planes antes de ponerme a ejecutarlos. Por eso siempre que hacía un viaje necesitaba tenerlo todo planificado, y luego he dejado de viajar. Qué fácil habría sido entregarse a la vida sin más, tal y como yo era al principio. Supongo que los de arriba es lo que hacen. Piensan lo suyo, pero no de antemano. Hacen funcionar sus coches apisonadora con los que destruyen las ciudades o a saber. Nosotros en casa mirando.
(*) El título de Vendo coche lo he puesto porque queda bien pero no lo puedo vender.