Estamos viviendo grandes momentos en España.
La más transcendental de las tareas espera a esta nación abnegada e intrépida que siempre ha mirado más allá de lo terrenal, que siempre ha despreciado la riqueza, que probó mil formas de organizarse y fue la primera en crear un parlamento moderno; que luchó contra el extremismo islámico, recogió el legado andalusí y con éste el clásico, que preparó el Renacimiento en la Escuela de Traductores y luego dejó que lo protagonizaran los italianos; que creó la organización espiritual más radical jamás creada, la Compañía de Jesús; que descubrió América y la evangelizó, iniciando el esfuerzo globalista moderno; que abolió la esclavitud y puso el germen de los Derechos Humanos; que echó a los judíos; que luchó contra los protestantes dando las vidas de sus Tercios; que se ha herido a sí misma una y otra vez pero ha rechazado siempre disolverse al mezclarse con lo de fuera…
¿La Unión Europea? Buen intento protestante pero va a ser que no. Somos más del espíritu que de la calderilla. ¿Por que os creéis que cambiaron de un Papa alemán a otro argentino? Desde ese momento, desde esa renuncia que no sucedía en siglos, nuestra suerte estaba echada. Se nos ha llamado a filas.
¿Qué está haciendo ahora España? Volver a descubrir América. La pésima gestión de la crisis del virus por parte del gobierno no es una cadena errores sino una demolición intencionada de nuestra economía para poder forzar unos cambios radicales en nuestro modelo de vida. España, el país más progresista del mundo, va a ser el primer lugar en ensayar y aceptar ese nuevo modelo, junto a un nuevo credo moral ecologista y feminista que regirá las relaciones entre las personas y con la naturaleza. Y a partir de ahí, se lanzará a exportarlo al mundo. La «nueva normalidad» es un Nuevo Mundo de millones de almas a las que evangelizar en esta nueva religión, el ecofeminismo, que salvará el planeta y nos hermanará a todos bajo una doctrina global.
