Si es usted español debería pedir perdón por la conquista de América a un mínimo de 5 indios al día. Y si cree que en la América española hubo cosas buenas además de malas, ya sabrá que es usted de extrema derecha.
Pero mire. Así en confianza, y ahora que no nos lee nadie, le diré que claro que hubo cosas buenas. Pero tenemos que hacer como que no, y pedir disculpas continuamente, tal y como nos enseñan los neocatólicos fundamentalistas de la izquierda española, el diario Público o el Papa Paco.
Fíjese en su jugada. Cuando uno pide perdón muchas veces, lo que consigue en realidad es quedar por encima del otro, porque le sigue recordando siempre su inferioridad, sea real o no. Al mismo tiempo, también lo alecciona sobre cuál es el correcto espíritu y comportamiento moral; es decir, lo evangeliza. Lo incita a adoptar ese mismo código y así participar en este proceso globalista de evangelización, que además de derribar fronteras consiste en crear una doctrina moral común: el día en que ellos también pidan perdón por algo, podrán sentir que al fin han hecho algo por sí mismos, y además, avanzar espiritualmente al disculparse. Por último, aunque nos ponga por encima de ellos, pedir perdón por la conquista implica al mismo tiempo concederles cierta autonomía a las gentes y pueblos que conquistamos, con lo cual los hacemos coprotagonistas y los sumamos al mismo proyecto de fusión globalista que nos llevó a conquistarlos. ¿No es genial?
En EEUU su jugada es parecida, sólo que en vez de a otros pueblos, usan a los negros para hacerse sus pajas.
No dar nunca por bueno lo que hicimos y flagelarnos por nuestros errores es la mejor forma de asegurar la continuidad de un proyecto tan ambicioso como éste del globalismo, mucho más largo que lo que podría durar cualquier imperio. La leyenda negra la impulsaron los ingleses porque son tontos y los engañamos: la idea fue nuestra. Mejor dicho, de la iglesia, creadora de la católica España. Al atacarla con sus mentiras y tergiversaciones, a la larga la hacen más fuerte. Al sentirse culpable de daños irreparables cometidos en el pasado, España es muy cauta para no repetir ningún abuso grave y para señalar al todo aquél que abuse, y se plantea mucho cualquier dilema moral presente, sea real o inventado. Por eso su No a la guerra, o su abnegada actitud ante el terrorismo etarra, que al venir de unos supuestos rebeldes contra España, la mayoría de los españoles casi olvidó y perdonó en cuanto cesó la violencia. De ahí también su ciega adhesión oficial a todas las buenas causas, como el feminismo o la guerra de Ucrania.
Una ceguera que tiene respuesta dentro de la propia España y su mismo sistema de creencias, ya que el catolicismo es realista, y para ser realista hay que ser racionalista y querer mirar en vez de actuar con los ojos cerrados. Al haber utilizado y fortalecido tanto el sentimiento de culpa, en España se vive en un continuo clima de acusaciones y chantajes morales no ya por la conquista, la guerra o la dictadura, sino por cualquier cuestión. Todo se plantea como un dilema moral ante el cual puedes elegir entre el bando de los buenos o de los malos. De este modo, los españoles inevitablemente se van divididiendo entre quienes usan esas culpas para fingir flagelarse y ponerse moralmente por encima del resto, y quienes se niegan a seguir haciendo un mundo de sus culpas y preferirían ser un país normal en vez de un monasterio de locos. Así es como se ha convertido a España en un teatro de la moral, un escenario donde puedes hacer que la gente se odie y se mate por tonterías, y luego se arrepienta y demuestre al resto del mundo que los seres humanos somos todos somos unos pobres pecadores que necesitan ser guiados. Una máquina de evangelizar a la humanidad entera, vamos.
Pero oiga, todo esto no se lo cuente usted a nadie, no vaya a ser un patriota quien estropee los planes de su propio país. Pida usted perdón continuamente por todo lo que haya hecho España, empezando por la conquista de América. Es lo que hacen los progres, que en el fondo son unos racistas asquerosos, pero ¿a quién le importan los pobrecitos indios o los pobrecitos negros como para tratarlos como a iguales?