La chica que ha acusado a Dani Alves de violarla no ha mentido. Tampoco lo hizo ninguna de las que acusaron a otros futbolistas de hacer lo mismo. Hubo una que acusó a Neymar, y aunque una cámara grabara que no pasó nada, tampoco mintió.
Según nuestro feminismo, una mujer nunca miente. Al menos, no cuando habla de cosas tan serias como son las relacionadas con su sexualidad. Por tanto, independientemente de si en unos casos hay evidencias a favor y en otros casos en contra, ninguna de esas chicas mintió. Para la física, esta tesis fundamental del feminismo sólo se puede explicar de una forma: las mujeres son «mágico-cuánticas» y sus sentimientos y experiencias siempre son reales, sólo que a veces suceden en otro de los múltiples universos en los que la realidad se divide continuamente, según la física cuántica.
Los seres humanos tenemos libre albedrío, y además nuestro comportamiento no puede predecirse con toda certeza. Ante un mismo dilema podemos actuar bien o mal. Una buena persona será más probable que actúe bien, pero no es 100% seguro. Esto es como un proceso cuántico. Hoy en día sabemos que los objetos físicos también se comportan de esta forma. Si usted empuja un electrón hacia la derecha, será más probable que cuando mire lo vea más a la derecha que antes, pero también podría aparecer a la izquierda, aunque es menos probable. Esto está demostrado experimentalmente, no son tonterías inventadas.
Hay físicos que creen que en realidad en un universo ese electrón ha aparecido a la derecha pero en otro universo a la izquierda. Se llama «interpretación de los muchos mundos». Lo que pasa es que si lo vemos a la derecha es que nos hemos metido en el universo en el cual, de entre las dos opciones, ha sucedido que la partícula de iba hacia la derecha. Pero el universo en el cual aparecía a la izquierda también es real, y una copia de nosotros mismos se ha metido en esa otra realidad y estará viendo el electrón a la izquierda.
Del mismo modo, los seres humanos tenemos un cierto margen para decidir nuestra realidad, dentro de las opciones físicamente posibles. Haciendo una conexión con esta interpretación de la física cuántica, diriamos que elegimos continuamente por qué universo meternos. Cuando se dice que, dentro de un cierto margen, «elegimos nuestra realidad», a lo mejor eso tiene cierto sentido físico literal.
Pues bien: en algún universo, Dani Alves ha violado a esa chica. No sé si en este o en otro, pero eso ha ocurrido en alguno. Del mismo modo, en algún universo real del multiverso, yo mismo, o usted si es un señor, también somos violadores, porque habremos agredido a aquella mujer que nos excitaba tanto aquella vez que nos quedamos solos con ella, tuvimos la ocasión y se nos pasó por la caheza pensar qué pasaría si le metíamos mano. O a lo mejor ella nos agredió a nosotros, si es lo que ella o nosotros estábamos deseando que pasara. Lo que ocurre es que estamos en un universo en el cual eso no sucedió porque decidió que eso estaba mal y no debía hacerlo.
Bueno, pues segun el feminismo y la física, de alguna forma las mujeres son capaces de ver una porción más amplia de la realidad: a lo mejor están en un universo en el cual algo no ha sucedido, pero a veces tienen un recuerdo, más vívido o más confuso, como si hubieran estado en otro en el que ese hecho sí ocurrió y luego hubieran vuelto al nuestro. También parecen ser capaces de hacernos saltar de unos universos a otros: si no se acuerdan de algo, es que no ha sucedido. Ya lo canta Thalia: «yo no me acuerdo, no me acuerdo, y si no me acuerdo no pasó, no, eso no pasó». En su cuántica canción, una sofisticada Thalia hace saltar a su desconfiado amante desde un universo en el que ella lo engañó a otro en el que no lo hizo. Ella es capaz de eliminar recuerdos erróneos que su pareja tiene: esos recuerdos son erróneos porque no pertenecen al universo en el que estamos. Él se empeñó en que ella lo engañó, y se empeñó en creerlo con tanta fuerza que eso se hizo realidad y él la vio engañándolo. Pero la vio en un universo que, a pesar de ser real, era producto de una mente enfermiza y machista. Y ella, salvadora, borra ese recuerdo falso y elimina ese universo enfermo – falso y enfermo porque evidentemente ella nunca lo engañaría. Y lo devuelve al universo sano del amor fiel y comprometido.
A lo mejor cuando decimos que las mujeres son capaces de hacer más de una cosa a la vez, que piensan de manera mas holística, o que cambian de opinión como una pluma al viento, no estamos haciendo una valoración trivial. Por su parte, en estos casos de denuncias dudosas lo que digan los jueces o las cámaras tampoco importa mucho, por eso siempre queda la duda, y por eso para el feminismo no existe voluntad de castigar esas supuestas mentiras. Porque a lo mejor no lo son. No del todo. Y el feminismo quiere mantener ese aura de misterio y de maravillosa imprecedibilidad alrededor de las mujeres, como si fueran pitonisas de un oráculo. Las pitonisas hablaban de una forma incomprensible o ambigua, pero con todo el sentido: si no las entendemos es porque nos hablan dede una instancia superior.
A lo mejor, cosas como ésta de alterar la realidad física lo podemos hacer todos, no sólo las mujeres. Pero ya se sabe que aquí manda la iglesia, autora del feminismo. Y además de estar para dirigir la sociedad, si la iglesia te quita algo, a lo mejor es para que tengas hambre y crezcas. La iglesia te niega parte de tu espiritualidad, pero a lo mejor es para que la quieras recuperar, y la persigas, y la desarrolles en la realidad con sus limitaciones, y así te plantees las cosas si quieres, y hagas bien, o bien te envilezcas y seas una víctima de ti mismo si eliges ese otro camino. A quien más puede dar, la iglesia más le exige, y por tanto no deberíamos sentirnos atacados porque la iglesia sacralice y reconozca tantos poderes casi mágicos a unas sí y a otros no. De nosotros depende cómo nos lo tomemos y qué hacer con ello.