El humor y los cuentos chinos

Genial vídeo de Pantomima Full, que tanta supuesta controversia ha causado:

Artículo de El País analizando el vídeo:

https://elpais.com/icon/actualidad/2023-03-29/por-que-conformista-lo-nuevo-de-pantomima-full-ha-causado-tanto-revuelo-se-ceban-con-la-falta-generalizada-de-ilusiones.html?ssm=TW_CC

El artículo es muy bueno…hasta que se pone a citar a un sociólogo y profesor de universidad, que no acierta ni una.
Dice que los personajes retratados en el vídeo son el producto de «la pérdida de la utopía» y de «las crisis económicas recientes». ¿En serio?

Lógicamente el vídeo tiene mucho de caricatura, que es algo que el cómico hace necesariamente. Pero, quitando la desgana y la dejadez hiperbólicas de ambos personajes, en España muchísima gente siempre ha sido así. Hoy en día, antes de las crisis recientes, hace 40 años en los 80, e incluso hace 60 también.

La gente siempre veraneaba en el mismo sitio. El que podía se compraba el apartamento en Torrevieja, que era el premio típico en los programas-concurso de la tele. Eso ha sido así de toda la vida, y lo sabe cualquiera que no sea un millenial. Y salvo excepciones, la mayoría ha empezado a viajar fuera no cuando se ha podido, sino cuando se ha puesto de moda. No salió de cada uno de ellos por separado. Hasta entonces se compraban el apartamento o se pagaban el hotelazo, y si no, pues al pueblo. Pero hasta que se puso de moda, pocos se gastaban en billetes de avión a no sé dónde, incluso cuando ya no eran tan caros. Por cierto, a los millenials les mentimos como bellacos hasta sobre nuestra Historia más reciente, ya está bien de tomarles el pelo.

Las parejas seguían juntas por rutina y por el qué dirán, y en tiempos, porque no se podía uno divorciar. Se dispararon los divorcios en cuanto las teles empezaron a pintar la vida en pareja como un horror, los dos tienen que trabajar por los bajos sueldos, se legalizó el divorcio y se empezó a hablar de mejor estar solo/a para «realizarse» y «ser uno mismo», que en parte es verdad, pero es que una trampa para ratones también tiene un trozo de queso de verdad. Y la cosa no es peor porque no estar solos o reproducirse está en nuestra naturaleza y no es algo controlable al 100% por lo que haga el grupo.

-En los años 60, los de las supuestas utopías, las manifestaciones eran cosa de unos pocos, algunos estudiantes de universidad. Y era lo que se hacía en ese entorno. Lo que había. En cuanto se pasó la moda y la edad, se dejaron de «utopías».

¿Desde cuándo ha tenido aspiraciones y proyectos ilusionantes el españolito medio – más que el proyecto de poner un bar y la aspiración – parte de ellos – de escaquearse o de aparentar? En la puta vida. El españolito medio, no. Y «español medio» significa «casi todos los españoles». En España, separarse de lo que hace la mayoría siempre ha sido una proeza, casi todo el mundo te critica, te envidia o te mira de lado, y si pueden te ponen obstáculos. O como poco te toman por un «flipao». Y la mayoría de las personas que conozco muy brillantes pero salidas de una clase social que no sea de mucho dinero o nivel académico vienen de familias de auténticos desganaos de la vida, que no han vivido la vida que correspondería a sus capacidades porque no había por qué vivirla, como dice Pantomima en su tuit. Precisamente a una de estas personas le envié el vídeo de los humoristas en cuanto lo vi.

Es decir, este conformismo viene de mucho antes que estas crisis o la pérdida de la utopía o mandangas. Es obvio.

El sociólogo intenta que su interpretación cuele diciendo que «más que conformismo, es nostalgia sobre esas certezas del pasado que han resultado ser falsas, ni siquiera ilusionantes, pero que paradójicamente proporcionan un consuelo para ir tirando». Pero ¿¿qué nostalgia?? Que no, que aquí la gran mayoría de la gente nunca ha creído en ninguna utopía, ni siquiera en certezas más allá que la de arrimar para sí lo que cada uno pudiera y la de que si no espabilas tú, otros lo harán y te dejarán desplumao. La única diferencia es que cuando había una autoridad rígida podías tener la esperanza de que luego no te iban a quitar lo tuyo, y unos podían trabajar honradamente con alguna seguridad más, y otros, los espabilaetes, tenían un límite a lo que podían ramplar sin desatar consecuencias feas para ellos. Pero el conformismo es el de siempre. La guerra civil no arrancó por ningún clamor popular, como mucho por la sobrepresión. La única manera de movilizar a la gente en España es ponerla contra la pared y deteriorar las cosas hasta un nivel infame, luego poner un cabecilla y liberar y canalizar el odio reconcentrado. Mientras tanto, aquí la gente va tragando y hace lo que ha visto hacer a sus padres y abuelos y tíos y todo su entorno, y punto, no hay más. Son los mismos ahora que hace 60 años, sólo que con más incertidumbre, con el cinturón más apretado, y a lo mejor no se pueden ir a la playa. Y punto. La mentalidad es la de siempre en España.

¿Y por qué siempre hemos tenido esta mentalidad? Pues por lo mismo de siempre: es producto del catolicismo. Realismo crudo. La vida es un valle de lágrimas. Venimos a sufrir, así que, si no sufres demasiado, da las gracias: ¿a qué más vas a aspirar? «A qué aspiras», que se dice. «No flipes». Por eso en España el que está arriba, está arriba: porque es lo que hay. No se puede cambiar nada. Criticamos y criticamos, pero luego nada, todo el mundo se achanta, casi nadie hace una mierda contra los abusos del poder – hasta que se les pone el caudillo o cabecilla de turno y todos en manada desatan su odio hasta entonces guardado en silencio o limitado a la barra del bar. Por eso, el que está abajo, está abajo, y como intente subir es descalificado a muerte: «vaya un trepa», «a saber lo que ha robado o a quién se la ha chupado»… En España el realismo es hiperbólico. Somos más realistas que la realidad, oiga. Si hay que joderse un kilómetro, tú te jodes diez. Criticar con desprecio es visto como señal de inteligencia. Y no aspires a nada.

¿Es tan difícil identificar el origen de esta mentalidad? No. No hay que ser profesor de universidad, ni mandangas. Es mucho más sencillo, llevamos muchos siglos igual. A lo mejor por eso es difícil darse cuenta, no sé.

Aunque sea otro debate, más difícil es entender que, con el catolicismo, al que es malo se le dan herramientas para ser peor, al desganao para que lo sea todavía más, pero al que de verdad es bueno y fuerte lo convertirá en alguien todavía mejor. Es un filtro estupendo y despiadado. Ser emprendedor y honesto en España es igual de difícil que ser buena persona: sólo lo serás si de verdad sale de ti. Y sólo tendrás energía para hacer cosas si la energía sale de ti, y a chorros, porque hay muchos obstáculos. En España la gran mayoría quiere por envidia que tú también seas igual de mediocre que ellos y tan desganao como los dos del vídeo. No les hagas sentir mal aspirando a nada más, ¿tú quién te crees que eres? No se trata de fliparse – ya lo sé, al fin y al cabo, ¿qué es eso de aspirar a más? Pero es que para cada uno aspirar a más puede significar una cosa distinta: puede no consistir en montar una gran empresa, sino en pequeñas cosas en las que veas utilidad, interés o sencillamente que te hagan ilusión. Pero no, en España no se permite aspirar a nada, ni a lo grande ni a lo pequeño. Si las cosas pequeñas te hacen ilusión, es porque eres tontito e infantil. Sólo te puede hacer ilusión que te toque la lotería y te la chupe una rubia – y bueno, eso ya no es ilusión, es otra cosa.
Tal vez sea que el español medio en realidad es un acomplejado, y tiene que ir por la vida haciéndose el listo. Quiere que parezca que él está de vuelta de todo, y que no se complica la vida porque sabe lo que hay y está al corriente de todo. Al español medio no lo engañan, es muy listo, lo tiene todo controlao. «Que inventen otros», decía un pensador famoso que tenía su académica palanca en Salamanca. Desde luego, a mí me parece que pensar tampoco pensó tanto, y la palanca se le quedó trabada porque no se movió muy lejos – como todos los intelectuales españoles reconocidos no se salió de la doctrina que casi todos seguimos, y no fue a ningún sitio con ella, y no sé si fue capaz de entender de dónde había salido o en qué apoyaba. O eso, o es que era un gran actor. Aportación, ninguna: en España además de las brujas la única que piensa es la iglesia, pero lo hace en silencio, y las brujas no cuentan porque van a su bola. Y los medios y las teles nos hacen creer que los debates y preguntas que quieren que nos planteemos han salido del pueblo y que la gente en la calle es la que se ha puesto a discutir y a crear la polémica de turno, cuando en realidad son debates que ya están diseñados de antemano para ocupar el espacio público. Y no hay más. España es una función navideña continua con todos disfrazados de pastorcillos, de Jesucristos y de Herodes. Y, lo mismo que en una función infantil, muchos ni se enteran de qué va el rollo ni tampoco les importa demasiado.

Con su cristiana resignación mal entendida, que en realidad es cainismo y complejos disfrazados de perspicacia, el español se conforma con lo que le haya tocado. Si le ha tocado poco, se conforma con poco. Muy bien. El problema es que exige que los demás también se conformen con poco. «Mira qué coche se ha comprado el vecino, ¿qué se ha creído?» Eso no es sólo conformismo, es envidia y mezquindad. Y eso no aparece en el vídeo de Pantomima, así que menos ofenderse. Si no fuera por unos pocos, España sería la mezquindad convertida en civilización. Aquí si alguien es un pedazo de cabrón nadie le va a meter un hostia por ello, como debería hacerse llegado un punto. El cabrón puede superar cualquier límite, precisamente por el conformismo del resto. Y los límites que vemos aceptables los vamos poniendo cada vez más alto, claro. «Pero es que la violencia está muy mal», te dicen los buenistas, y te plantean falsos dilemas: «Mira los tiroteos que hay en EEUU, que todos pueden tener un arma». Claro. Aquí dejamos al cabrón actuar sin castigo ni reforma, y en el fondo sabemos perfectamente que este buenismo no funciona, ni a nuestro favor, ni tampoco a favor del propio delincuente y su reinserción. Pero eso lo vemos como muy correcto. Es lo que hay que hacer. Pues oigan, váyanse a la mierda. Es puro conformismo y falsa virtud. Resignación cristiana mal entendida. Una cosa es no fliparse y otra comer caca y exigir que los demás también se la coman, que es lo que se exige aquí.

Entonces, los personajes retratados en el vídeo no son conformistas por la pérdida de la utopía o por las crisis económicas recientes. Eso es una porquería de análisis. En España la mayoría siempre ha sido así. Y eso es porque, por definición, el catolicismo, que es fundacional y sigue siendo hegemónico en España, lleva a la mayoría al conformismo, y a muchos, a la envidia y la mezquindad. Sólo a una minoría la impulsa a ser todavía mejor de lo que ya era.

Esperando al Mesías
Pero lo más interesante del erróneo análisis del profesor universitario y de otros es la manía de querer pintar una cosa que siempre ha sido así como una novedad resultante de un proceso de declive. Lo que vemos ahora, según este análisis «equivocado», es el fruto de unos acontecimientos. Claro, a su vez, éstos han tenido que ser consecuencia de algo: del sistema, por supuesto. El capitalismo, del cual participamos, así que en parte es nuestra culpa. Esto no es exclusivo del profesor de universidad, lo vemos en muchos tuits:

Nos empeñamos en interpretarlo todo como parte de una historia dramática de deriva colectiva hacia los infiernos, en parte por nuestra propia culpa, y como resultado de esta deriva quedamos en vilo, en espera de algo, de una revolución, de un cambio que tendrá que ocurrir por fuerza, pero que desde luego si sucediera sería de forma inesperada e inexplicable. «Esto va a estallar por alguna parte», «las cosas no pueden seguir así», «esto clama al Cielo», «¿dónde vamos a llegar?». Además de que ya te están metiendo la idea cristiana de culpa, ¿de dónde viene esta necesidad de ver todo (todo lo malo y trágico, que es lo que nos urge con fuerza) como fruto del histórico de nuestros actos? Y ¿de dónde viene eso de verse condenados por el sistema, que nosotros mismos hemos construido, y de no intentar corregirlo? ¿De dónde vienen estas ideas? Pues del mismo sitio, de nuevo. Lo sepan o no los quienes las defienden, de nuevo proceden del cristianismo.

Antes de los antiguos griegos, la historia era cíclica: la vida de cada persona era una repetición de la vida de sus antepasados. La tradición y los conocimientos eran inmóviles, pasaban de generación en generación inalterados. Es lógico, no había desarrollo tecnológico. Los griegos acabaron con la tradición inaugurando el pensamiento filosófico, que implica dudar, plantearse lo que está establecido. En realidad era un paso imprescindible porque la tecnología ya hacía que los tiempos fueran cambiando poco a poco, y había que adaptar las costumbres y visiones del mundo. El cristianismo, recogiendo esta idea, le dio además una flecha temporal a los acontecimientos de la Historia de la humanidad entera. El Antiguo Testamento es una cronología de acontecimientos desde el origen de los tiempos, y todo en la Biblia tiene un momento en el tiempo, en una línea temporal que es la nuestra, es decir, que sabemos cuándo ocurrió (o cuándo dice que ocurrió) cada uno de los hechos que relata (nos los creamos o no). Todo lo que narra lo data y lo ubica en una secuencia de acontecimientos. Además, el cristianismo anuncia que habrá una futura segunda venida de Cristo, y que tenemos que hacer lo que esté en nuestras manos para salvarnos. Esa salvación es individual para los protestantes, pero también colectiva y universal para los católicos, porque para éstos lo individual es siempre en parte colectivo y porque nadie debe quedar fuera. Así, para el catolicismo la Historia es una evolución colectiva en la cual debemos evitar una deriva hacia los infiernos producto de nuestros propios actos, como criaturas ignorantes y débiles que somos. El cristianismo le dio una flecha temporal a los acontecimientos, una relación de causa-efecto en tiempo, y también una causa-efecto entre lo que los seres humanos hacen y lo que viven como consecuencia – en vez de llamarnos a implorar al espíritu de la lluvia o al de las cosechas cuando hay una desgracia. Lo de la línea temporal por la segunda venida de Cristo no es mío, es de Agustín de Hipona, creo recordar – el resto supongo que muchos lo habrán dicho ya. Fruto de esto, todo lo que vivimos tendemos a explicarlo como parte de todo un proceso, consecuencia de algo anterior y también de nuestros actos.

Con el cristianismo también aparece o se recoge la necesidad de ir cambiando el sistema cuando hace falta – de eso habla la Torre de Babel, según la interpreto yo. Los sistemas – las ideologías, los sistemas económicos…- son construcciones humanas, y éstas sólo pueden llegar hasta una cierta altura. Llegado un punto, ya nos deshumanizan, hacen que no podamos entendernos entre nosotros. El único camino es abandonarlos, no hay manera de reparar la torre. Y al mismo tiempo, desde dentro de esa estructura no hay manera de salir si uno lo intenta a base de seguir las normas que rigen dentro de ella. Esta necesidad de derribar el sistema la recoge el catolicismo, más que los protestantismos. A su vez, el propio catolicismo es un sistema de ideas, pero es el Hotel California del que no se puede escapar.

Entonces, cabe fijarse en cómo el retrato estático que hace el humorista es mucho más acertado. Si no fuera por la ropa que llevan, no sabrías si los personajes son de ahora o de la época de Franco, pero es que España es así. El análisis que hace el articulista también es bastante acertado, porque se basa en el vídeo y no recurre a material académico, que es pensamiento sistematizado y dirigido desde arriba por quienes dirigen nuestra sociedad. Por eso el análisis que hace el intelectual de la academia está en cambio muy equivocado. Y no sólo es que el contenido de lo que dice esté equivocado y dirigido, sino que su manera de pensar y de desplegar ese contenido también lo están: cuando convierte el retrato en relato lo hace así porque así se lo han enseñado a hacer los de arriba. La visión de los activistas y sus acólitos también se apunta inevitablemente a lo mismo. El humor, espontáneo y poco mental, acierta; el resto son cuentos chinos.

La pérdida de la utopía, las crisis y la caída colectiva hacia los infiernos tienen mucho de real, pero a los desganaos como los del vídeo les importa un pito. No tiene nada que ver con ellos, ellos siempre han sido así. Su indiferencia se extiende a lo real y a lo ficticio, incluyendo las películas que se montan los progres o las que nos montemos los demás. Nos aburren a muchos, como para no aburrir a los muchos de españoles que ya nacieron aburridos.

Y al mismo tiempo, es impresionante hasta qué punto la forma de pensar de los que sí piensan está totalmente intervenida desde arriba. Pero bueno… es lo que hay.